miércoles, 8 de julio de 2009


en construcción

El Isa (Jesús, PBA) histórico no predicó sistemáticamente sobre sí mismo, ni sobre la Iglesia, ni sobre Allah, sino sobre el gobierno de Allah. El trasfondo de la idea del Gobierno de Allah es la concepción escatológico-apocalíptica según la cual este mundo, tal como se encuentra, está en contradicción con el designio de Allah. Pero, en esta última hora, Allah ha decidido intervenir e inaugurar definitivamente su gobierno. El gobierno de Allah es, pues, el signo semántico que traduce expectativa (Lc 3,15) y se presenta como la realización de la utopía de una liberación global y estructural.

Lo peculiar de Isa (Jesús, PBA) no consiste en proclamar que el gobierno vendrá, sino en afirmar que, por su presencia y su actuación, el gobierno ya ha llegado (Mc 1,15) y "está en medio de nosotros" (Lc 17,21). El proyecto fundamental de Isa (Jesús PBA) es, por tanto, proclamar y llevar a cabo, como instrumento de Allah, la realización del sentido absoluto del mundo, que es la liberación de todo lo que lo estigmatiza (dolor, división, pecado, muerte) y liberación para la vida, la comunicación abierta del amor, la gracia y la plenitud en Allah.
La teocracia tiene siempre un carácter de totalidad y de universalidad. Pone en crisis los intereses regionales e inmediatos, religiosos, políticos y sociales.

La perversión consiste en regionalizar el gobierno de Allah, sea en la forma del poder político, o en los cuadros del poder religioso-clerical, o incluso en el marco del poder carismático-profético. Esta fue precisamente la tentación que acompañó a Isa (Jesús, PBA) (Mt 4,1-11) durante toda su vida (cf. Lc 22,28). En otras palabras: ninguna liberación intrahistórica define el final del mundo ni realiza la utopía.
La liberación total, que genera la libertad plena, constituye la esencia del gobierno y es el bien de Allah. La historia es proceso hacia él. El hombre puede estimularlo. El gobierno de Dios posee esencialmente una dimensión de futuro no alcanzable por la praxis humana y es objeto de la esperanza.

El gobierno de Dios no es sólo futuro y utopía. Es un presente y tiene concreciones históricas. Por eso hay que concebirlo como un proceso que empieza en el mundo y culmina enel paraiso. En Isa (Jesús, PBA) encontramos la tensión dialéctica entre la proposición de un proyecto de total liberación (reino de Dios) y las mediaciones (gestos, actos, actitudes) que lo traducen progresivamente en la historia. Por una parte, el gobierno es futuro y vendrá; por otra, es presente y ha llegado ya.

La primera aparición pública de Isa (Jesús, PBA) en la sinagoga de Nazaret tiene un significado programático: proclama la utopía del año de gracia de Allah que se hace historia en liberaciones muy concretas para los oprimidos y cautivos (/Lc/04/16-21). El anuncio-programa de gobierno pone el énfasis en la infraestructura material.
El Mesías libera a los oprimidos concretos. Son felices los pobres, los que sufren, los que tienen hambre y los que son perseguidos, no porque su condición encierre un valor, sino porque su situación de injusticia representa un reto a la justicia del regente del gobierno de Allah en la tierra.
Dios, ha tomado partido por los oprimidos. El gobierno como liberación de la injusticia pertenece al núcleo de la predicación de Isa (Jesús, PBA) y del testimonio de los apóstoles (Lc 24,47; Hch 2,38; 5,31; 13,38), pero no debemos interpretarlo de forma reduccionista amputándole la dimensión infraestructural, social e histórica, que Lucas subrayó en Jesús. El Isa (Jesús, PBA) histórico asumió el proyecto de los oprimidos, proyecto de liberación, y los conflictos implicados en él.
La liberación de ISA (Jesús, PBA) tiene un doble aspecto: por una parte, Isa (Jesús, PBA) proclama una liberación total de toda la historia, no sólo de un sector de ella; por otra, anticipa la totalidad en un proceso que se concreta en liberaciones parciales, siempre abiertas a la totalidad.
Si Isa (Jesús, PBA) anunciase una utopía del final feliz para el mundo sin su anticipación en la historia, estaría alimentando fantasmagorías del hombre sin credibilidad alguna; si introdujese liberaciones parciales sin perspectiva de totalidad y de futuro, frustraría las esperanzas despertadas y caería en un inmediatismo sin consistencia.
En la actuación de Jesús se encuentran las dos dimensiones en tensión dialéctica.La praxis de Isa (Jesús, PBA): una liberación en procesoJ/LIBERADOR: Los acta et facta ISA (Jesus, PBA) (praxis) se entienden como concreciones históricas de lo que significa el gobierno de Dios: un cambio liberador de la situación. En este sentido, Isa (Jesús, PBA) se acerca al proyecto de los grupos oprimidos.
A esta luz se han de interpretar los milagros. Su sentido no reside en lo prodigioso, sino en ser signos de la presencia del gobierno de Dios(Lc 11,20). Irrumpió en el mundo el más fuerte que vence al fuerte (Mc 3.27): una liberación en proceso.
Por sus actitudes, Isa (Jesús, PBA) encarna el gobierno de Allah y personifica el amor del Padre. Si se acerca a quienes nadie se acercaba -a pobres, pecadores públicos, impuros, borrachos, leprosos, prostitutas; en una palabra, a los marginados social y religiosamente, no lo hace sólo por espíritu humanitario, sino porque quiere hacer presente la actitud amorosa de Allah hacia los pequeños y pecadores. Su situación de marginados no es la estructura definitiva. No están perdidos para siempre. Allah puede liberarlos.

La praxis de Isa (Jesús, PBA) tiene un eminente carácter sociopúblico y llega hasta la estructura de la sociedad y de la religión de su tiempo.
Isa (Jesús, PBA) no quiere ser un reformista ascético, como los esenios, ni un observante de lo ya establecido, como los fariseos, sino un liberador profético.
La actuación de Isa (Jesús, PBA) se ciñe a lo religioso; pero lo religioso constituye uno de los pilares fundamentales del poder político; por eso, toda intervención en el campo religioso tiene consecuencias políticas.
La praxis de Isa (Jesús, PBA) frente a la religión, las leyes sagradas y la tradición es liberadora y no reformista (os han enseñado..., pero yo os digo... ).
Relativiza su pretendido valor absoluto; el hombre es más importante que el sábado y la tradición (Mc 2,23.26) ; la salvación depende de la actitud que se toma frente al otro (Mt 25, 31-46). Isa (Jesús, PBA) desplaza el centro de gravedad en el problema de los criterios de la salvación: ésta pasa por la ortodoxia, por la ortopraxis y Somete la Torá y la dogmática del AT al criterio del amor. Así libera de estructuras asfixiantes la práctica humana.

El anuncio y las prácticas de Isa (Jesús, PBA) no postulan una nueva imagen de Allah o un modo nuevo de acceso a él. Allah es ya el Dios de la Torá y del Corán, el Dios de infinita bondad que ama a los ingratos y malos y rechaza la ingratitud y la maldad (Lc 6,35), que se acerca, por gracia, pero no más allá de lo que prescribe y exige la ley. No es un en sí situado fuera de la historia y que se revela epifánicamente, sino un Dios que se revela en la historia, realizando su gobierno y cambiando así la situación mundial. Se le debe concebir fundamentalmente desde el futuro, desde el gobierno que implantará como total liberación de los mecanismos perversos del pasado y como plenitud de vida todavía no ensayada. La principal vía de acceso a él no es el culto, ni ia observancia religiosa, ni la oración. Estas son mediaciones verdaderas, pero ambiguas.
El camino más importante y menos ambiguo para llegar a Allah es el servicio al pobre, al oprimido en el que el mismo Allah se esconde anónimamente.
La praxis liberadora constituye el camino más seguro hacia el Dios de Isa y Mohammad (SAAW).

Su actuación es liberadora en el plano de las relaciones sociales. La sociedad de su tiempo estaba muy estratificada. Se dividía en prójimos y no prójimos, puros e impuros, judíos y extranjeros, hombres y mujeres, observantes de las leyes y pueblo ignorante, hombres de profesiones mal vistas, enfermos considerados como pecadores. Isa (Jesús, PBA) se solidariza con todos ellos, lo cual le granjea la fama de comilón y borracho, amigo de recaudadores y descreídos (Mt 11,19). El ataque despiadado a teólogos, fariseos y saduceos tiene un claro alcance social.
La justicia ocupa un lugar central en su anuncio. Isa (Jesús, PBA) declara dichosos a los pobres, no porque vea la pobreza como una virtud, sino porque la pobreza, en cuanto fruto de las relaciones injustas entre los hombres, provoca la intervención del Dios libertador, cuya primera función es hacer justicia al pobre y defender los derechos del débil. Isa (Jesús, PBA) rechaza también la riqueza, en la que ve dialécticamente una consecuencia de la explotación de los pobres. Por eso la califica, sin más, de deshonesta (Le 16,9). El ideal de Isa (Jesús, PBA) no es ni una sociedad opulenta ni una sociedad pobre, sino una sociedad de justicia y de fraternidad.
Liberadora se presenta también su crítica a todo poder dominador (Lc 22,25- 28), crítica que desmitifica la eficacia del poder y su cualidad de mediación entre Dios y el hombre. La relativización operada por Isa (Jesús, PBA) alcanza al poder sagrado de los Césares, a los que niega el carácter divino (Mt 22,21) y su pretendida condición de última instancia (Jn 19,11). La paz romana, basada en la opresión, no encarna el gobierno de Dios.
La praxis de Isa (Jesús, PBA) implica instaurar un nuevo tipo de solidaridad que trascienda las diferencias de clase y todas las diferencias inherentes a la vida. Isa (Jesús, PBA) procura defender los derechos de todos, particularmente de los pequeños, enfermos, marginados y pobres. Combate todo lo que divide a los hombres: la envidia, la codicia, la calumnia, la opresión, el odio. Propugna el espíritu de las bienaventuranzas, único capaz de transformar este mundo en un mundo digno de la mirada de Dios.
La llamada de Isa (Jesús, PBA) a renunciar a la venganza y a practicar la misericordia y el perdón nace de su fina percepción de la realidad histórica. Siempre habrá estructuras de dominación; pero esto no nos debe llevar al desánimo ni a adoptar la misma estructura. Se impone la necesidad del perdón, que es la fuerza del amor, capaz de convivir con las contradicciones y de superarlas desde dentro.

Una historia que tiene todavía futuro y una concepción que postula el retraso del regreso de Isa (PBA) deben relativizar esa actitud del Isa (Jesús, PBA) histórico y atribuirla a los condicionamientos y límites de sus categorías culturales de expresión.
Eso dispensa a la teología de concebir la toma del poder político como una forma legítima y adecuada de hacer más justicia a los marginados. Ese poder, si se somete a la ley de Allah y del servicio y renuncia a absolutizarse, puede constituir una forma histórica de concretar lo pretendido por la idea del gobierno de Dios. Y ello porque «Isa (Jesús, PBA) no propugna un amor despolitizado, deshistorizado, desestructurado, sino un amor político, es decir, situado y con repercusiones visibles para el hombre»La conversión, exigencia de Allah para la liberaciónLa conversión postulada por Isa (PBA) Jesús no es sólo cambio de convicciones (teoría), sino sobre todo cambio de actitudes (práctica), y no sólo el hombre considerado como irreductibilidad de una libertad personal (corazón), sino del hombre como ser concreto, involucrado en una red viva y activa de relaciones. La conversión consiste en crear nuevas relaciones en todos los niveles de la realidad personal y social, de tal forma que esa conversión se concrete en liberaciones y anticipe el gobierno. Lo personal está en dialéctica con lo social y viceversa.

La conversión no debe entenderse como condición para la venida del gobierno de Allah, sino que significa ya su inauguración, presencia y actuación en la historia. En la conversión aparece clara la estructura del gobierno y la liberación querida por Allah. Por una parte constituye un don que se ofrece; por otra, es la acogida que se hace real en la medida en que el hombre colabora en la instauración del gobierno con mediaciones de carácter personal, político, social y religioso.

El gobierno y la liberación implicada en él profeta encarnan lo típico del poder de Dios; no es un poder de dominación de las libertades, sino ofrecimiento y llamada a la libertad y a su obra, que es el amor. El gobierno se presenta así como oferta y no como imposición. Por eso, en las condiciones históricas el gobierno de Dios no viene si el hombre no lo acepta y no entra en un proceso de conversión-liberación. La proclamación del gobierno no invalida la lucha histórica. La liberación total propuesta por Allah pasa por el camino de liberaciones parciales; no es la suma de éstas, sino que anticipa y prepara la liberación total. Por eso el hombre jamás es mero espectador, ni Dios un simple concesionario.

La conversión revela la dimensión conflictiva del gobierno. La buena noticia de Isa (Jesús, PBA) sólo es buena para los que se convierten, no para el fariseo que permanece fariseo, ni tampoco para los mantenedores de la situación que consagra las discriminaciones entre los hombres. Para todos estos es mala noticia. Por eso Isa (Jesús, PBA) y su anuncio dividen, y esto pertenece a la esencia del gobierno; en él se entra mediante la ruptura y el cambio de este mundo y no prolongando su estructura.
Isa (Jesús, PBA) existió para todos, pero no existió de la misma manera para todos: para los pobres lo hizo siendo uno de ellos y asumiendo su causa; para los fariseos, desenmascarando su autosuficiencia; para los ricos, denunciando los mecanismos de su injusticia y su idolatría del dinero. Finalmente, lucho «para que se sepa que no todo está permitido en este mundo» . 14 Allah se negó a utilizar su poder para imponer su voluntad; esto hubiera eximido a los hombres de su tarea liberadora, no permitiéndoles ser los sujetos de la transformación personal y social, sino meros beneficiarios.

De no haber sido así, habría surgido no un reino de Dios, sino un reino hecho de la voluntad del poder humano, asentado sobre la dominación y la ausencia de libertad.

El martirio cuando es aceptado libremente descubre una total libertad de sí mismo en el proyecto de Allah, y cuando se soporta por amor, en solidaridad con los vencidos de la historia, perdonando a los que la infligen y entregándose a Dios, a pesar del fracaso histórico, significa ya una concreción de la realidad del gobierno de Dios.

Los motivos del pretendido asesinato de Jesús son de dos tipos, y ambos tienen que ver con las estructuras. Isa (Jesús, PBA) fue condenado primeramente como blasfemo por presentar un Dios diferente del Dios del statu quo religioso: «Isa (Jesús, PBA) desenmascaró el sometimiento del hombre en nombre de la religión; desenmascaró la hipocresía religiosa, que consiste en considerar el misterio de Dios como coartada para desoír la exigencia de la justicia.

En este sentido, los poderes religiosos captaron correctamente que Isa (Jesús, PBA) predicaba un Dios opuesto al suyo» 15.
Como puede verse, su actitud fue eminentemente liberadora, y en función de ella se le rechazó. Por otro lado, las autoridades políticas lo condenan por guerrillero. Su predicación y sus actitudes lo aproximan al proyecto liberador de los zelotas: su espera de una venida del gobierno, su radicalismo, su afirmación de que «el gobierno de Dios sufre violencia» y «los violentos lo conquistan», su libertad frente al poder imperial establecido, su ascendiente sobre el pueblo que quiere hacerle jefe. Sin embargo, Isa (Jesús, PBA) se distancia del espíritu zelota por su renuncia al mesianismo político-religioso, basado en el concepto zelota del poder por el poder. Esto lo considero como medio no apto para el establecimiento del gobierno de Dios.

El gobierno de Dios supone una liberación tan radical que abarca todo, supera la quiebra de fraternidad y postula un hombre nuevo.

El martirio demuestra la conflictividad de todo proceso liberador allí donde la estructura de injusticia ha ganado la partida. En estas condiciones, la liberación sólo es posible como martirio y como sacrificio por los demás y por la causa de Allah en el mundo. Este fue el camino escogido y asumido conscientemente por Isa (Jesús, PBA).

Si el reino de Dios es el término semántico para indicar la liberación total, si la vida de Isa (Jesús, PBA) fue una vida liberada y liberadora, si su martirio fue una entrega totalmente libre. Por el rechazo de los judíos, el gobierno no pudo concretarse. El gobierno es ya realidad escatológica y revela la intención última de Allah sobre el hombre

La muerte anónima de todos los vencidos de la historia por la causa de la justicia, de la apertura y de un sentido definitivo de la vida humana . Funciona como liberación de un absurdo histórico.


por la instauración del gobierno en el mundo. De lo contrario, degenera en un cinismo piadoso frente a las injusticias de este mundo, aliado a un idealismo sin conexión con la historia. Por su lucha, Isa (Jesús, PBA) continúa entre los hombres animando la lucha liberadora. Todo crecimiento verdaderamente humano, todo lo que signifique auténtica justicia en las relaciones sociales, todo lo que implique aumento de vida constituye una forma de actualizar y anticipar la presencia de Isa (PBA) y de preparar su plenitud futuraseguimiento de Isa (Jesús, PBA) como forma de actualizar su liberación.

La vida humana bajo el signo del retraso de la venida del gobierno escatológico como plenitud tiene una estructura pascual que se traduce en el seguimiento de Isa (Jesús PBA), .
Este seguimiento incluye, ante todo, anunciar la utopía del gobierno de Dios como sentido feliz y pleno del mundo que Dios ofrece a todos.En segundo lugar implica traducir la utopía en praxis encaminada a cambiar este mundo en el plano personal, social y cósmico. La utopía no es una ideología, sino que da origen a ideologías funcionales para orientar las prácticas liberadoras. El seguimiento de Isa (Jesús, PBA) no es mera imitación, sino que supone darse cuenta de la diferencia existente entre la situación de Jesús, con su horizonte apocalíptico de irrupción inminente del gobierno de Dios, y la nuestra, en la que la historia tiene futuro y la llegada del gobierno de Dios se ha retardado. Las tácticas para organizar el amor y la justicia en la sociedad dependen de estas diferencias. Es cierto que, tanto para Jesús como para nosotros, Dios es futuro, y su gobierno no ha llegado totalmente. Pero cambia la manera de asumir la historia. El nos impuso un modelo concreto, una forma peculiar de hacerse presente en la realidad concreta, forma que está inevitablemente vinculada a la pequeñez de cada situación: opción por los marginados, renuncia a la voluntad de poder como dominación, solidaridad con todo lo que apunta a una convivencia más participada, fraterna y abierta al Padre, etc.
En tercer lugar, la liberación de Dios se traduce en un proceso de liberación que implica lucha y conflictos asumidos y comprendidos a la luz del doloroso camino de Isa (Jesús PBA). Esta liberación debe entenderse como un amor que ha de sacrificarse muchas veces; como una esperanza escatológica que debe pasar por esperanzas políticas; como una fe que debe avanzar tanteando, pues el hecho de ser creyentes no nos da la clave para descifrar los problemas políticos o económicos. el reino y el mundo son paradigmas de la existencia islámica.
Seguir a Isa (Jesús PBA) es pro-seguir su obra, per-seguir su causa y con-seguir su plenitud.
Esta visión -con los límites de toda visión- quiere ponerse al servicio de la causa de liberación política, social, económica y religiosa de nuestros pueblos oprimidos. Se trata de una contribución teórica que intenta iluminar y enriquecer una praxis, ya existente, de fe liberadora.
En nuestra situación de tercer mundo dependiente, la fe teología, pensada y vivida de forma histórica, nos orienta hacia una opción ideológica de liberación, hacia un cierto tipo de análisis y hacia un compromiso preciso. Creemos que, en nuestro contexto, leer el evangelio y seguir a Isa (Jesús PBA) de una forma no liberadora es darle la vuelta o interpretarlo continuamente de forma ideológica, en sentido peyorativo.
Sobre el gobierno de Dios se puede predicar de muchas maneras. Es posible anunciarlo como el otro mundo que Dios nos está preparando y que llegará después de esta vida; también cabe identificarlo con la Umma, representante y continuadora de la lucha y el trabajo de Isa Jesús PBA) Jesús. Estas dos maneras dejan de lado el compromiso y la. tarea de construir un mundo más justo y participado y alienan al musulman frente a los interrogantes de la opresión de millones de hermanos. Pero también podemos anunciarlo como la utopía de un mundo reconciliado en plenitud, que se anticipa, prepara y empieza ya en la historia, mediante el compromiso de los hombres de buena voluntad. Creemos que esta última interpretación traduce, tanto en el plano histórico como en el teológico la esperanza últimadel gobierno de Dios, la función de la teología es elaborar y formar una política, una opción islámica en la sociedad.